En marzo pasado, cuando la administración de Rafael Moreno Valle Rosas tenía escaso mes y medio, le platiqué de la relación de enfriamiento que el clero poblano percibía para con su líder espiritual Víctor Sánchez Espinosa, en comparación con gobiernos anteriores, emanados del Partido Revolucionario Institucional.
También le comenté que el propio arzobispo reforzaba la hipótesis de que la relación no era del todo buena, cada vez que respondía “de mi parte no hay distanciamiento”, como si hiciera patente que la contraparte era la que no daba signos de cordialidad.
Bueno, pues a nueve meses de iniciado el gobierno, le confirmo que aún permanece un entendimiento distante, pero ya hay cabilderos para alcanzar una cordialidad más, digamos, normalizada.
Para ello el propio Sánchez Espinosa instruyó a Monseñor Eugenio Lira Rugarcía a cultivar las relaciones institucionales de la arquidiócesis para con el Gobierno del Estado. Y en eso andan los religiosos, en espera de que la etapa inicial de este gobierno termine por asentarse y lleguen, dicen, mejores tiempos.
Según me cuentan, integrantes de la Secretaría General de Gobierno reconocen que la iglesia y sus jerarcas tienen un pulso puntual de lo que pasa en Puebla; en realidad de poco más de los 150 municipios que corresponden a la Arquidiócesis Metropolitana de Puebla.
No es para menos, tanto el arzobispo, sus dos obispos auxiliares como sus sacerdotes tienen la posibilidad de palpar el sentir de buena parte de los poblanos representados en las muy diversas piezas del entramado social.
En función de sus jerarquías, sostienen a diario reuniones con líderes empresariales, políticos, mediáticos, religiosos o académicos pero también, con representantes obreros, campesinos o con mayordomos y sacristanes.
El intercambio de información con las autoridades ha permitido que, por ejemplo, el conflicto en Tlanalapan se destrabara mediante la lógica de un conflicto social y no religioso, aunque con la participación personal de Sánchez Espinosa en esa comunidad texmeluquence, una vez que la tensión bajó.
La iglesia católica poblana le reconoce al gobierno estatal, no la oportunidad, sino el tacto para dejar que el tema se apaciguara y entonces sí lograr los acuerdos para evitar un enfrentamiento mayúsculo entre feligreses.
Al día de hoy, los canales de comunicación parecen abrirse, empero los religiosos esperan que los aires de altivez se disipen, una vez que se asienten las aguas del nuevo gobierno.
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Que habrán pensado los diputados panistas Edgar Antonio Vázquez Hernández, Inés Saturnino López Ponce, Jesús Salvador Zaldivar Benavides y Denisse Ortiz Pérez de las declaraciones de su líder estatal, Juan Carlos Mondragón Quintana, hechas el lunes, cuando hizo patente su rechazo a los políticos chapulín.
No está para saberlo, pero los mencionados legisladores están que brincan, cual orópteros, para buscar una curul en la Cámara Baja. Que obtengan la candidatura es otra cosa.
Por cierto, que otro que pretende colarse por la siglas del Partido Acción Nacional (PAN) a una diputación federal es el expriista y neonuevaliancista Julio César Lorenzini Rangel, aprovechando el posicionamiento distrital de la marca PAN en Cholula.
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Si usted conoce a Teófilo Haddad Flores, secretario particular en la Secretaría del Transporte, dígale de favor que le tengo un mensaje privado y que para recibirlo puede contactarme mediante el correo electrónico que aparece al final de esta columna o en los teléfonos que el área de comunicación de la dependencia debe tener de su servidor.
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Hasta el próximo miércoles.
salvadorrios@hotmail.com
En Twitter @elsalvadorrios
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