Algo preocupante debe estar percibiendo la Iglesia
católica de Puebla, una plaza que carga con el estigma de ser eminente
ferviente de esa religión pero que en la realidad puede ya no ser tan real a
partir del creciente abandono de sus filas o desinterés por llenar sus
templos.
Algo que iría más allá de los números fríos que
levantó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hace apenas
dos años que reflejan que por cada 100 habitantes de la entidad al menos 12
profesan una creencia religiosa diferente a la mayoritaria o bien se declaran
sin religión.
Algo que motivó al arzobispo, Víctor Manuel Sánchez Espinosa a encargar un estudio minucioso, de
parroquia en parroquia, para saber qué es lo que está sucediendo con su rebaño
y de manera muy particular conocer qué opinión tienen los jóvenes del
sacerdocio.
Para nadie es un secreto el déficit de sacerdotes en
la Arquidiócesis Metropolitana de Puebla -apenas hay unos 500 para atender a
4.2 millones de fieles- y tampoco que el envejecimiento natural de algunos de ellos va desconectando
el interés, incluso hasta para escuchar la homilía, entre el sector juvenil.
Así que no le extrañe que en el corto o mediano
plazo, toquen a su puerta para preguntarle sobre sus creencias religiosas y si
hay jóvenes en el hogar, les pregunten sobre su cercanía con la iglesia de la
comunidad e incluso su opinión sobre la vida sacerdotal.
La Comisión Diocesana de Pastoral Social es la instancia
que se encarga de recopilar la información, lo hace pausadamente y la prioridad
se da en función de la agenda del propio arzobispo; se entiende que para que el
jerarca religioso tenga un diagnostico detallado de la situación de cada
comunidad antes de visitarla.
Uno de los dos formatos mide el “aspecto
cuantitativo”, donde establece el número de integrantes de las familias,
dirección, colonia, teléfono, así como el número de católicos o de personas que
pertenecen a “sectas”.
Estos datos tan particulares servirán para una
estrategia paralela de evangelización y de selección de los domicilios que sean
candidatos a una visita futura de religiosos o grupos de apostolado.
Hay que decirlo, tampoco se verá a un ejército de
encuestadores de casa en casa; el cuestionario es aplicado por los grupos de
laicos que tiene cada uno de los templos y el tiempo para concentrar la mayoría
de datos posible, dicen, está pensado hasta 2015.
También cuantifica el número de sacramentos
recibidos así como otros tópicos referente a la frecuencia, si es que lo hacen, con que: asiste a misa, comulga, se
confianza, reza en familia, pertenece a un grupo, lee la Biblia.
Un segundo cuestionario “cualitativo”, pretende
profundizar en los porqués de las respuestas de los jóvenes, exclusivamente, en
torno a la vida consagrada.
La primera pregunta es directa “¿le gusta la
predicación del sacerdote?” y pide, sea cual sea el sentido de la respuesta una
explicación.
Se detiene, además en preguntas que buscan
escudriñar en la interacción entre el joven y su parroquia, si participa, si lo
apoya, si percibe indiferencia o si lo orienta.
Con la pregunta “¿Piensa usted que la Iglesia está
aprovechando la fuerza de la juventud para renovar la vida pastoral?” se remata
el cuestionario.
Apenas el 29 de abril, a propósito de la Jornada de
Oración por las Vocaciones 2012, Sánchez Espinosa se refirió a la necesidad de
alentar la llegada de más jóvenes a la vida sacerdotal y subrayó que la
institución debe generar esquemas propicios.
“Toda la Iglesia debe asumir su papel en el
florecimiento de muchos, sí… creando las condiciones favorables para que los
jóvenes respondan a la llamada al sacerdocio o la vida consagrada”, dijo
aquella vez.
Hasta el miércoles entrante.
salvadorrios@hotmail.com
Twitter @elsalvadorrios
No hay comentarios:
Publicar un comentario