Apenas llegó al cargo de juez municipal de Ciudad
Serdán, el 3 de junio pasado, y Guadalupe
Violeta Guerrero Irigoyen mostró
su estilo de entender la justicia y el derecho, maltratando al personal que ahí
laboraba con la franca intención de fastidiarlo y abrir espacios para sus
allegados.
Lo que ocurre, normalmente cuando un político o
funcionario llega a un nuevo cargo, pero la juez en comento se pasó.
Ese mismo martes 3 tuvo un altercado con la
escribiente encargada de asuntos mercantiles, civiles y penales, Erika Brenes Juárez, una estudiante de
Derecho con cinco meses en el puesto y seis semanas de embarazo, a la que
sobajó y humilló con palabras altisonantes sólo por preguntarle sobre la nueva
dinámica de trabajo y sobre la persona que firmaría algunos trámites
pendientes.
“¿Qué eres una pendeja o qué no sabes?”, fue uno de
de los varios insultos que se llevó como respuesta la aprendiz de abogacía que
para ese entonces atravesaba el tercero de sus embarazos, considerado como de alto
riesgo.
Como a las dos horas después del incidente Brenes
comenzó a sentirse mal y luego de que una compañera le dijera que tenía
manchado de sangre el pantalón le pidió a su nueva jefa autorización para irse
a cambiar la ropa pero recibió de entrada una negativa, que porque se tenía que
revisar minuciosamente el estado del juzgado y no podía salir.
Luego vino la clásica amenaza, palabras más,
palabras menos, de que hiciera lo que quisiera, que “los puestos van y vienen” que
“si te quieres ir pues lárgate”.
Erika se fue a su casa, con el dolor en el vientre y
el temor de perder su trabajo.
Cuando llegó su esposo para llevarla al hospital,
hicieron escala en el juzgado, ubicado en la presidencia municipal, para
decirle a la jueza Guerrero Irigoyen que iban al médico y la
respuesta fue que adelante, que no se preocupara.
La atención médica llegó tarde, Erika había perdido
su producto, debía someterse a un legrado y del empleo, era cuestión de días
que lo perdería.
Por la causa del aborto, el doctor que la atendió
sugirió llamar a un Ministerio Público para dejar constancia de lo ocurrido
pero Erika no quería problemas con su nueva jefa.
Por el legrado, el médico recomendó a la escribiente
cinco días de reposo, es decir que tendría que presentarse hasta el martes 10
pero como de recursos humanos le comentaron que la juez le había levantado un
expedientillo y que su puesto se habría dado a otra persona, decidió
apersonarse el lunes.
En efecto su plaza había sido dada a otra persona y
a ella la había degradado a una plaza de “comisariado” forzándola en su
convalecencia a realizar trabajos pesados desde el abrir y cerrar el pesado
portón del juzgado hasta lavar los baños aun cuando existe una persona de
intendencia.
Ayer, finalmente, tras traerla de aquí para allá con
la expectativa de una reubicación, finalmente le notificaron que prescindirían
de sus servicios y que de cuates le pagaban hasta el día 15.
Sobre la conducta de la juez Guerrero Irigoyen están
enterados en el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla, ayer mismo
llegó un oficio firmado por la quejosa dirigida al magistrado Roberto Flores Toledano.
Aunque este tipo de nombramientos, los de los jueces
municipales, se dan por sugerencia de los presidentes municipales como ocurrió
con Juan Navarro, edil de Ciudad
Serdán, puesto que sus sueldos son pagados por los ayuntamientos, es el Poder
Judicial el encargado de nombrarlos o removerlos.
Telefónicamente, Erika Brenes pidió ayuda telefónica
a la Comisión de Derechos Humanos de Puebla; le tomaron su denuncia pero tenía
que ratificarla físicamente en Puebla capital para que se le liberara un número
de expediente, pero su estado de salud delicado y complicaciones económicas le
hicieron imposible hacerlo, por lo que si quiere retomar la denuncia deberá
iniciar el procedimiento.
Hasta el próximo miércoles.
Twitter: elsalvadorrios